Según López Vigil, la radio es aquella “compañía individual”. Y es que es que la radio cabe y se la puede trasladar en un bolsillo, en una cartera y ser una acompañante en la vida.
En tiempos de coronavirus, el papel de la radio es importante, se ha convertido en un refuerzo para la educación e información en zonas separadas, áreas rurales y comunidades indígenas, donde aún se tiene dificultades para acceder el servicio de Internet y a herramientas digitales.
La Fundación IRFA desde sus inicios en el ámbito de la educación buscó impulsar la alfabetización, y desde la doctrina social de la iglesia, incorporó en este proceso la radiofonía a través del programa el Maestro en Casa. Es así que en 1983 fundó Radio Santa Cruz con el objetivo de hacer educación y comunicación alternativa y popular.
El jesuita Francisco Pifarré, director nacional del movimiento de educación popular “Fe y Alegría”, nos habla del momento excepcional, que le toca desempeñar a la radio a razón del coronavirus.
El Maestro en casa fue la experiencia de compromiso real en Bolivia, al menos 353 mil hombres y mujeres, entre jóvenes y adultos, de Santa Cruz, Beni, Pando, Chuquisaca, Tarija, Potosí cursaron el programa.
Pamela Sánchez, responsable del área de educación de Fundación IRFA, nos puntualiza las potencialidades reales y experimentadas del aporte educativo institucional a Bolivia.
La Fundación IRFA nació en 1975 con la finalidad de encarar la grave situación de analfabetismo en el país y particularmente en el departamento de Santa Cruz. Su destinatario desde entonces es la población adulta de sectores sociales marginados, tanto rurales como urbanos, que no tuvieron acceso a una educación escolar formal.
La radio se convirtió en fiel compañera de hombres y mujeres, de sanos y enfermos, de choferes y caminantes, de cocineras y empleadas domésticas, de bañistas en la playa, de fanáticos que ven el partido en el estadio y lo oyen al mismo tiempo con el aparatito pegado a la oreja, de los vendedores ambulantes, de los campesinos que la cuelgan del arado, de oficinistas y estudiantes, de los insomnes que la sacan al balcón. Casi todo lo que hacemos en nuestra vida puede acompañarse con la radio. Sobre todo, el amor.
Fragmento del libro, Manual urgente para radialistas apasionados, de José Ignacio Lopez Vigil.