La caza furtiva y el tráfico de especies silvestres representan una grave amenaza para las especies únicas en los países amazónicos de Bolivia y Suriname, según un nuevo estudio encargado por el Comité Nacional de la UICN de los Países Bajos. Las especies más atacadas son jaguares, aves y reptiles, tortugas marinas y una variedad de animales que se sacrifican para el consumo humano (carne de caza). Según el estudio, este comercio ilegal de vida silvestre está impulsado por un importante desarrollo de infraestructura.
El informe identifica la caza furtiva de jaguares, el comercio ilegal de mascotas y el comercio ilegal de carne de animales silvestres como cuestiones clave de delitos contra la vida silvestre para ambos países.
En Bolivia, la información sobre incautaciones muestra un aumento significativo en el tráfico de jaguar desde 2012. Entre 2014 y 2016, el servicio postal boliviano, Ecobol, descubrió 300 productos de jaguar en 16 envíos, todos destinados a China. Catorce de estos fueron enviados por ciudadanos chinos que trabajan en Bolivia.
Hoy en día, existen aproximadamente 2,000-3,000 jaguares en libertad en Bolivia. El número de jaguares en Surinam es desconocido.
Aparte de la tendencia más reciente en el tráfico de jaguar, el tráfico ilegal de animales silvestres como mascotas y para el consumo humano ha sido un problema durante décadas, pero también está sufriendo cambios.
Históricamente, el comercio de vida silvestre en América Latina sirvió a mercados nacionales e internacionales de mascotas, principalmente en los Estados Unidos y Europa. Como resultado de una regulación estricta, se ha frenado esta exportación, pero sigue habiendo un mercado doméstico de mascotas significativo. Los loros son las especies más buscadas para este comercio.
El comercio ilegal de animales vivos está asociado con un inmenso sufrimiento. Los animales extraídos de la naturaleza se introducen de contrabando en termos, medias de nylon e incluso calzoncillos, metidos en tubos de papel higiénico, rizadores de pelo y tapacubos. Por cada individuo comprado como mascota, un estimado de 8 a 10 animales mueren en el proceso de captura y transporte al mercado.
El consumo de carne de animales silvestres está muy extendido en las áreas rurales tanto en Bolivia como en Surinam. Las comunidades indígenas están legalmente autorizadas para cazar animales salvajes para su propio consumo, pero la caza comercial es ilegal. Sin embargo, el informe ofrece evidencia de que dicho comercio prevalece y ha surgido en respuesta a la nueva demanda de los trabajadores chinos asociados con los grandes proyectos de infraestructura que han surgido en la región en los últimos años. Una fuente afirmó que es común que los chinos que trabajan en áreas rurales contraten a lugareños para que cazen carne de animales silvestres. Los animales seleccionados van desde venados, pecaríes, tapires y monos hasta armadillos y serpientes.
Sorprendentemente, el informe apunta a los desarrollos de infraestructura en Bolivia y Suriname como un factor clave que impulsa la caza furtiva de la vida silvestre. Los nuevos caminos están abriendo el bosque a los cazadores furtivos, mientras que la afluencia de trabajadores (a menudo ciudadanos chinos) en las industrias de infraestructura y minería, a menudo crea una nueva demanda de carne de animales silvestres. Algunos también se dedican directamente a la caza furtiva.
En Bolivia hay un plan muy controvertido para construir una nueva carretera a través del Territorio Indígena y el Parque Nacional Indígena Isiboro (TIPNIS). A partir de la evidencia recopilada hasta la fecha, la carretera, según se propuso, inevitablemente provocará un aumento de la caza y el tráfico de vida silvestre cada vez más rara y vulnerable.
El informe destaca varias recomendaciones para contrarrestar el problema de los delitos contra la vida silvestre. Específicamente, la capacidad de aplicación de la ley debe ser mejorada Además, las comunidades pueden jugar un papel clave en la prevención de la caza furtiva.
Además, se debe mejorar la colaboración efectiva entre las autoridades centrales, regionales y locales, así como la cooperación transfronteriza. Finalmente, una mayor investigación podría ayudar a identificar los puntos críticos para la caza furtiva y el comercio de la vida silvestre.
UICN Países Bajos
Escuche la entrevista al respecto con Vincent Vos.
Foto: SERNAP